jueves, 24 de julio de 2014

Cómo no escribir un microrrelato




Pensó en cómo escribir un microrrelato en exactamente mil doscientos veintiséis caracteres (espacios incluidos). Supuso que lo mejor y lo más simple era buscar una historia, la que fuera, escribirla en ese número de palabras y listo. Eligió la primera que se le pasó por la cabeza pero cuando empezó a volcarla al papel, la historia creció de una manera colosal. Arrancó con una semilla modesta y a las diez o doce horas de escribir sin parar, tenía un fárrago de doscientas páginas y aún no había presentando el conflicto a resolver.
No es esta la forma, se dijo.
Se sentó entonces a pensar otra historia. No la dejaría crecer en el papel sino que simplemente se la representaría en su cabeza antes de escribirla. Empezó con una idea general pero lentamente la cantidad de detalles que se sumaron segundo a segundo fue tan formidable que lo abrumó impidiéndole cualquier pensamiento no relacionado con la tarea que se había propuesto. Durante semanas no durmió, no comió, no bebió, no pronunció palabra y recién pudo juntar la fuerza de voluntad necesaria para olvidarse de la historia cuando estaba a punto de perder la capacidad de respirar.
Esto es imposible, se dijo, y abandono la empresa.

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