martes, 13 de octubre de 2009

El uno y la otra

El uno, parece ser el candidato más firme que tiene el peronismo opositor al gobierno. Ex conductor de F1 y ex gobernador mediáticamente exitoso de la provincia de Santa Fe. Cuando le llega su turno, se calza los anteojos y comienza a leer el discurso con el cuál nos quiere convencer de que su oposición a la nueva Ley de Medios Audiovisuales, es el único camino posible. Lee como si lo estuviera haciendo por primera vez. Su tono de voz es monótono, cansino. Su discurso progresa con extrema lentitud y aún así, por momentos se confunde, pronuncia mal las que deberían ser sus propias palabras. Llama la atención que no pueda contagiarnos con su voz, el convencimiento que intentan transmitir esas pomposas palabras que lee sin levantar la vista del papel ni una sola vez. La pregunta surge irreverente ¿Este peronista, que nos resulta tan parecido a ese ex mandatario radical que se promocionaba diciendo “dicen que soy aburrido”, es lo mejor que tiene el justicialismo opositor a los K?

Desde el otro extremo, la otra, una de las “niñas” mimadas de Elisa Carrió, María Eugenia Estenssoro, es lo que se dice, una de las nuevas caras de la política. Sus 20 asesores (seis de ellos, especializados en temas de comunicación social) no están ahí por portación de apellido ni fueron elegidos para pagar ningún favor previo a su designación como senadora. Lee un discurso muy cuidado, elaborado seguramente codo a codo con sus asesores profesionales. Ella pone lo suyo también, se inflama, mira a sus pares, mezcla alusiones a la nueva ley de medios, a la constitución, con su propia experiencia de vida. A todas luces, intenta conmover, desde la forma y el fondo de su discurso. Apela a imágenes muy caras a los argentinos. Cuenta que en el año 82, cuando cursaba sus estudios de periodismo en el extranjero, supo qué era la libertad de prensa y eso, parece, caló tan hondo en ella, que ahora la defiende a muerte. Sí, porque cuando todos los argentinos estábamos con los ojos vendados, ella, desde los Estados Unidos, donde los medios eran libres de decir la verdad que a nosotros se nos ocultaba, supo todo acerca de la Guerra de Malvinas, ese “sacrificio de tantas vidas inútiles” (sic). Una vez que el escalofrío se disipa, nos queda la duda ¿Qué fue eso, un gravísimo error gramatical (no detectado por ninguno de sus asesores profesionales), un fallido, un sinceramiento? Es difícil que alguna vez lo sepamos, pero da un poquito de miedo.

El uno aburre aunque no quiera, la otra, da miedo aunque intente todo lo contrario. Entre tanto, el oficialismo lo único que hace es dejarlos hablar, con eso hasta ahora, pareciera bastarle.

F.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Las patas cortas de Infobae.com

"La Justicia indemnizó a la familia del ladrón que mató a un empleado en un robo", anunciaba la nota publicada en Infobae.com. Ilustrada impunemente con la foto del cañón de un arma de fuego, más abajo la nota informaba que la hija de la víctima, un mozo del bar El Español del sud, había solicitado a la Presidenta un subsidio, que le había sido negado, mientras la justicia le concedía 85 mil pesos a la familia de su asesino. Ante semejante noticia, la nota, sin embargo, parecía sospechosamente escueta. La carta de lectores del diario La Nación, en la que supuestamente se basaba, no vinculaba en ningún momento ambos casos, o sea, la indemnización a la familia del delincuente y la muerte del mozo. Una búsqueda avanzada en Internet permitió descubrir que el delincuente cuya familia fue indemnizada, en realidad había sido baleado por un efectivo policial en el año 1995 mientras intentaba robar en un garaje (no un bar). El caso había sido llevado a la justicia y el policía había sido encontrado culpable de homicidio simple por "exceso en la legítima defensa". A partir de este fallo condenatorio, la familia del delincuente muerto había iniciado una demanda contra la Policía Federal y el Ministerio del Interior por la que, en segunda instancia, se le otorgó la mencionada indemnización.
O sea que en realidad se trataba de dos hechos sin conexión, por más que la situación no dejara de ser algo paradójica y quizás injusta pero también, mucho más explicable una vez separada la paja del trigo. A pesar de que hubiese bastado una búsqueda en Internet para dilucidar esto, horas más tarde, Infobae.com doblaba la apuesta publicando una nueva nota (ilustrada ahora con una foto del cañón humeante de otra arma de fuego), bajo el título: "Indignación en la hija de la víctima de los asesinos indemnizados". Ahora, el indemnizado ya no era uno sino varios y aparecían también manifestaciones de la hija del mozo asesinado "en exclusiva" para Infobae.com", en las que se traslucía su indignación porque "a la familia del asesino de su padre la indemnizaron con 85 mil pesos y a la suya no le dieron nada".
En resumen, ambos casos policiales no estaban conectados más que en la afiebrada mente de la cronista y lo de Infobae.com fue una burda tergiversación de una situación que no deja de ser paradójica. Sin embargo Lucía Villalbí (lvillalbi@infobae.com) la autora de la nota, los editores que le imparten órdenes y vaya uno a saber quién, quizás necesitaban algo con mucho más impacto para alimentar los comentarios de algunos de sus descerebrados seguidores que llegaron al punto de opinar al pie de la nota fraguada: "Yo los indenisaria (sic) con un viajecito, pero al medio del amr (sic) y sin salvavidas, a los chorros, a los abogados de los chorros y a los jueces que dictan estas sentencias", o bestialidades como: "q vuelva la triple A!!!!! (…) seria bueno q la sociedad empiece a evaluar seriamente la posibilidad d organizar brigadas de la muerte y grupos paramilitares al margen d la ley xq evidentemente la ley protege al delincuente. tenemos q hacerlos mier.da antes q nos sigan matando como moscas. despierten x favor!!!!!" (la ausencia total de tildes, faltas de ortografía, abreviaturas y animaladas varias, pertenecen a los lectores de Infobae.com y no a este cronista).
Si alguno de estos imbéciles seguidores de Infobae.com decidera poner manos a la obra y hacer realidad sus amenazas ¿Lucía Villalbí o los editores de Infobae.com, se harán cargo de las consecuencias de los actos ocasionados por sus mentiras? ¿No existen penas en nuestras leyes para castigar semejante tergiversación y manejo criminal de un medio público? Seguramente, nadie en Infobae.com recibirá ninguna reprimenda por publicar esta clase de canalladas ni por azuzar a las fieras que diariamente las consumen con avidez. Impedir que pasquines como este inventen noticias con oscuras intenciones ¿será también atentar contra la libertad de prensa?
F.

Noticia fraguada de Infobae.com
La 2da mentira de Infobae.com
Carta de lectores Diario La Nación
Noticia verdadera Crítica Digital

viernes, 10 de julio de 2009

Vampiros

Contra lo que creen algunos amantes del terror, los vampiros no se alimentan de sangre. No, definitivamente, su dieta es algo más refinada. La sangre, de alguna forma sería apenas para ellos el postre, algo así como el cierre definitivo de su festín.
El alimento que no puede faltar en la dieta de ningún vampiro, desde Drácula hasta la fecha, es el miedo. Si no ¿Cuál sería la razón de las visitas nocturnas a los dormitorios de siempre hermosas y asustadizas doncellas?
Miles de veces hemos visto, con nuestras manos atenazando los apoyabrazos de alguna butaca, la mirada horrorizada de la joven de turno mientras se congela de horror frente al chupasangre que se acerca para succionarle su delgado cogotito.
Es el terror, el que hace que la pobre no pueda mover uno solo de sus músculos, el mismo terror que vuelve aún más temible a su victimario, aún más poderoso, aún más indestructible.
Por eso también el vampiro se solaza mientras su nombre maldito corre entre susurros de boca en boca por toda la comarca. Ama que le tengan miedo, lo excita alimentarse de los terrores de las buenas gentes. Y esa gente, presa del terror que el vampiro inspira en ellos mediante el engaño, la simulación y la farsa, desoye los consejos de los hombres sabios y se interna en los bosques, en los caminos sin salida, en los pantanos donde su victimario acecha.
Esas gentes, perdidamente aterrorizadas, desconocen quiénes son en realidad sus enemigos y sus amigos, aceptan propuestas desfavorables, siguen fanáticamente seducidos a quienes los llevan hacia la destrucción. Simplemente guiados por el miedo que es a la vez el arma más poderosa y el alimento vital de los vampiros.
Esos vampiros, los mismos que aterrorizaron a nuestros abuelos, aunque ya no usen capas de raso ni vivan en Transilvania. Aunque ahora vistan trajes de Armani y hayan vendido sus castillos para comprar radios, diarios y canales de televisión que, a la hora de meter miedo, parecen ser mucho más efectivos que los colmillos y las alas de murciélago.

martes, 9 de junio de 2009

Encuentro

Caminaba hacia él. Imposible evitarla, cruzar, volver sobre sus pasos.
Ella también lo reconoció al instante, a pesar del tiempo que llevaban sin verse.
Él acababa de salir de su clase de guitarra.
Ella volvía de la casa de una amiga.
Está igual, pensó él mientras se acercaban irremediablemente.
Ella notó que él se había dejado la barba. No le queda tan mal, pensó.
Él recordó el momento en que se vieron por primera vez, hacía quién sabe cuántos años. Reconoció que ella estaba casi tan hermosa como aquel día.
Ella recordó también, no ese día sino otro más cercano, cuándo él le declaró su amor. Acaso divertida, notó que él estaba ahora casi tan nervioso como lo había estado entonces.
Él volvió a sentir el calor que a veces le subía desde el estómago cuando sus cuerpos se aproximaban.
Ella notó que, una vez más, no sabía donde meter sus manos. Lo mismo le pasaba, reconoció, cuando él se acercaba en otros tiempos.
El creyó ver en los ojos de ella un reflejo de esa luz que antes le había sido tan querida.
Ella, en los ojos de él, detectó ese involuntario tic que recordaba con tanto cariño.
Finalmente, se cruzaron.
Por un instante estuvieron otra vez juntos.
Ninguno dijo nada.
Ella siguió su camino.
Él pasó a su lado sin volver la cara.
Desde ese momento, entre ellos dos sólo hay distancia.

domingo, 10 de mayo de 2009

La pobrecita

Desde la silla de ruedas mira a las cámaras con cara de sufrimiento. El pelo recogido y el gesto amargado que se repite hasta el hartazgo emerge del televisor y se clava directo en el corazón del ama de casa de clase media que, al verla, sólo atina a decir:
–Pobrecita.
Todo el mundo necesita sentir lástima. Un chiquito descalzo, con la cara tiznada, se acerca a una turista yankee en San Telmo y se gana un dólar. Una joven mujer extremadamente delgada camina con su bebé en brazos por los pasillos del subterráneo, contándole a los pasajeros que tiene SIDA, y recoge un puñado de monedas ¿Por qué podría resultar extraño que ella, la pobrecita, se canse de cosechar votos simplemente refregándonos su imagen de víctima postrada de por vida en su silla de ruedas?
Sus votantes no saben bien qué fue lo que hizo para llegar al cargo que ocupa, ni tampoco que es lo que ha hecho desde entonces. El sillón que debería ocupar la presidenta de la Legislatura de la Ciudad, todavía la espera, casi intacto. Esa Ciudad, la que ella “vicepreside”, sigue siendo tanto o más hostil para quienes no pueden moverse utilizando sus propias piernas. Las veredas destrozadas, los colectivos que no se detienen al verlos, las muy escasas estaciones de subterráneos con ascensores para discapacitados (menos del 20% del total), no los invitan a salir de sus casas, al menos a los que no tienen autos oficiales ni choferes que los lleven de un sitio a otro. Una simple recorrida por la ciudad permite comprobar que son muy pocos los discapacitados que andan con sus sillas de ruedas por las calles. No es que sean pocos los discapacitados en la Ciudad, es que no pueden salir de sus casas. Es dable suponer que muchos habrán pensado que elegir a “una de ellos” los iba a beneficiar, pero aparentemente no ha sido así.
Pero este no es el caso de nuestra ama de casa. Acaso en ella esté viva la ilusión, alimentada por años de telenovelas mexicanas, de que el playboy multimillonario que enamora a todas las mujeres (hoy devenido en abanderado de la “nueva” política), se conmueva un día, y, delante de las cámaras de televisión –por qué no en algún programa de “entretenimiento” con más de cuarenta puntos de rating– le declare el amor a la muchachita de la silla de ruedas. Acaso también aparezca en ese mismo programa algún famoso médico (recibido universiad privada y con master en los EEUU) que obre el milagro de hacerla volver a caminar utilizando alguna técnica médica revolucionaria.
Mientras tanto, ella, cómodamente sentada en su silla rodante, seguirá recogiendo votos y renunciando a los cargos para los que fue votada, con el único objetivo de gobernar la ciudad y alguna vez hasta el país, impulsada únicamente por, quizás, el más poderoso combustible político jamás encontrado. Ése que, según algunos analistas, le permitió a un ex presidente lograr la reelección por el desafortunado hecho de perder a su primogénito en una “picada” en helicóptero; el mismo que posibilita hoy que un político de segunda o tercera línea se alce hasta los primeros lugares de una de las principales listas opositoras al gobierno, por el simple hecho de haber perdido recientemente a su padre: La lástima, ese sentimiento que le oprime el pecho a muchas amas de casa porteñas al ver a esta joven mujer postrada en su silla de ruedas, y que las inspira a decidir su voto una vez más, mientras dicen compungidas:
–Pobrecita.

jueves, 16 de abril de 2009

Principio jurídico

Buenos Aires, a los tantos días de un futuro cada vez más probable.

Todo empezó cuando Claudia Miranda, ex vedette, ex amante de deportistas y por entonces obesa conductora de programas de “entretenimiento”, al enterarse de la muerte de su florista favorito, comenzó la cruzada “El que mata debe morir”. Pronto se sumaron otras figuras del ambiente artístico. Muchas de ellas, silenciadas durante años vaya uno a saber por qué mano negra de la patota cultura. La disminución de la edad de imputabilidad pareció entonces otra medida inteligente, lo mismo que la restauración del servicio militar obligatorio para todos aquellos menores considerados “en riesgo”. Sin embargo, la inseguridad lejos de disminuir, pareció aumentar. Por eso, tal vez, un grupo de vecinos de Lanús, indignados por el asesinato de un pobre empleado de un correo privado a manos de un menor de edad, decidió tomar cartas en el asunto. El menor fue prolijamente linchado y dejado su cadáver en exposición como ejemplo para el resto de su clase. Lamentablemente, un fiscal que intentó impedir este acto de justicia, fue también linchado junto con el menor, aunque, en este caso, los vecinos consideraron más honorable depositar su cadáver en un contenedor de basura.
Esto hubiera quedado más o menos en la anécdota de no ser por el hecho que el fiscal en cuestión era una figura muy querida en el ambiente tribunalicio y padre de dos jóvenes de veinte y veinticinco años, titulares de la primera división del Lanús Rugby club. La cuestión es que los jóvenes, justamente indignados por el comportamiento de la turba que dio fin a la vida de su padre, decidieron conformar lo que llamaron el “escuadrón de la justicia”. Durante meses, una veintena de muchachos, todos ellos hijos de buenas familias, se dedicaron a recorrer las calles del barrio golpeando a todos los vecinos en busca de los culpables de la muerte del malogrado fiscal de la nación. A juzgar por el número de víctimas de sus incursiones, unos noventa, entre hombres, mujeres y algunos niños, los culpables fueron debidamente castigados, por lo que el escuadrón, pronto se quedó sin objetivo. Fue entonces que comenzaron los ataques a prostitutas y proxenetas. Es que los jóvenes decidieron terminar con el flagelo de la prostitución y la trata de personas. Así fue que en pocos meses se cerraron todos los prostíbulos de la zona. Se produjeron también algunos daños colaterales: doscientas prostitutas muertas. Las que quedaron, comenzaron a ser regenteadas por el escuadrón de la justicia. El tráfico de drogas también fue afectado por el escuadrón hasta el punto en que ningún dealer de la zona dejaba de pagar el correspondiente “peaje” para vender sus productos, si quería seguir vivo. A este punto el gobierno decidió que ya era tiempo de sacar el ejército a las calles. Sin embargo, nadie contó con que los cuerpos de infantería estaban ya plagados de los otrora menores “en riesgo”, hoy ya ejemplares antisociales hechos y derechos. El Gran Buenos Aires se convirtió entonces en un verdadero campo de batalla. Afortunadamente la situación quedó saldada cuando el presidente pidió la actuación del ejército del Gran País del Norte que instauró la ley marcial en todo el territorio nacional. Largos años de ocupación nos han enseñado lo suficiente como para llegar a este histórico día en el que, con la colaboración de los principales juristas de nuestra sufrida patria, declaramos instaurado en todo el territorio de la Nación, por decreto y de manera permanente e inderogable, este moderno principio jurídico de justicia retributiva. No se trata de un código farragoso en cuyos pliegues puedan escudarse los delincuentes para seguir delinquiendo. Es un principio tan simple, que hasta puede ser explicado en esta media docena de palabras que queremos que, de ahora en más, queden grabadas a fuego en nuestra carta magna:
“Ojo por ojo, diente por diente.”
Comuníquese, promúlguese, regístrese y archívese.