jueves, 24 de julio de 2014

La transformación



Despertó después de un sueño intranquilo y supo que algo en su existencia había cambiado. Su cuerpo, hasta ayer firme y rígido, era ahora una monumental masa fláccida. Sintió que su cabeza había crecido desproporcionada con respecto al resto de su anatomía. Abrió los ojos con temor.
Intentó identificar dónde estaba. Demoró en reconocer que ese recinto era el mismo en el que había transcurrido toda su existencia, aunque ahora pareciese infinitamente más pequeño. Desde donde estaba podía ver los rincones en los que se había ocultado hasta anoche y en los que hoy ya no cabría.
De pronto sintió asco de su existencia anterior, limitada a procrear y alimentarse, y comprendió que ese asco era constitutivo de su nuevo estado. Tuvo, por primera vez en su vida, una idea abstracta.
Con esfuerzo se puso de pie y quedó frente al espejo. Allí, desde su colosal altura descubrió que se había transformado en la fuente de todos sus horrores, el principal depredador de su especie. Tambaleándose, cayó sobre la mesa que había en la habitación y su mano tomó la billetera. Haciendo uso de su conciencia recién estrenada, leyó el nombre grabado en ella: Gregorio Samsa.

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